miércoles, 24 de octubre de 2007

Sobre lo que ocurre cuando se está aburrido

Hay momentos donde de pronto estamos aburridos, sea cual fuere el motivo nos sentamos a hacer nada literalmente hablando, quizás eso sea lo peor que se pueda llegar a hacer porque cuando no se hace nada (con perdón de la redundancia) corremos el riesgo de llorar un poco.

Sí, dije bien, llorar un poco, eso está dicho en sentido figurado, claro, porque al sentarse uno frente a frente a su conciencia ésta puede con toda impunidad reclamarnos porque nunca hicimos tal o cual cosa, porque cuando vimos ese violín en aquella vidriera y nos asaltaron las ganas de aprender a tocar un instrumento no lo hicimos, o cuando estuvimos junto a ese ser ahora perdido en el embudo del pasado, no le dijimos lo que se nos amontonaba en el pecho.

Claro estoy siendo un poco sentimentaloide y cayendo un poco en lo subjetivo que hay detrás de todo sentimiento, a ver, veámoslo desde un punto de vista más "lógico": los momentos ociosos que nos asaltan, usualmente domingos a la tardecita cuando los últimos estertores de luz nos recuerdan que ya es domingo y todo lo que eso significa, de pronto en engranaje mental se pone en funcionamiento y los conflictos existencialistas en mayor o menor medida nos controlan y miramos para otros lados (tv, pc, lo que sea) con el afán de acuchillar ese pensamiento con la estúpida esperanza de matar algo que no puede morir pues es cuchillo, daga, y herida todo junto...

Entonces. ocurre que volvemos los ojos húmedos (ahora) a la negrura de la noche y no hacemos nada sino al cabo de un minuto cuando reaccionamos levantándonos a prender el fluorescente del fondo.



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