La mina estaba en el colectivo y con gripe...

Subía al mismo tiempo que echaba una fugaz mirada al interior tratando de medir el espacio disponible, sin embargo había asientos vacíos, alegremente porque sabía que no iba a viajar parada o parada y apiñatada, lo que era una suerte ya que le costaba estarse en pie sin tambalearse levemente, le dolía mucho la cabeza y su nariz se encaprichaba en seguir produciendo solución salina, que se escurría por sus fosas nasales obligándola a respirar por la boca.

Colocó, pues, su tarjeta para estudiantes en la ranura con mucho cuidado porque quieren salir falladas, retiró el boleto y se fue a sentar, el caluroso día hacía mella en su piel afiebrada, el sol le daba de lleno en el brazo derecho, se corrió malhumorada al otro asiento, abandonando el lado de la ventana, puso su mochila en ese lugar y la bolsa del pan en su regazo, ahora estaba mejor en la sombra de todas maneras la luz brillante del mediodía le lastimaba los ojos, pero la situación había mejorado. Solo tenía el sol en el pie.

No podía evitar entrecerrar los ojos, el dolor de cabeza no quería ceder, a medida que el chofer hacía las paradas requeridas se iba subiendo más y más gente, se hacía la distraída para no ceder el asiento que soportaba la mochila, la chinche se le notaba en cada facción del rostro, el entrecejo de tan fruncido ya estaba rosado, los labios formaban una raya horizontal que le cruzaba el rostro junto a los ojos completamente lacrimosos, la nariz inflamada y el cabello mal sujeto le daban un aire gruñón, como de vieja chancluda, hubiera necesitado unos ruleros para completar el retrato.

Cada nuevo pasajero que echaba una ojeada notaba el asiento ocupado solo por la mochila, básicamente desperdiciado, sin embargo al ver la expresión de bulldog de la dueña preferían acomodarse en otro lugar o bien permanecer paradas, nadie se animaba a decirle: "te podés correr" o "me dejás el lugar" quizás hasta habrán pensado que mordía, entonces pensé en como la gripe puede hacer estragos a veces.