sábado, 11 de abril de 2009

Sobre la pluralidad de mi ser

Cae en mis hombros los nombres de las cosas que nos aprendemos porque hay que saberlas, es bien sabida su utilidad y ahora que no me da la coherencia escribo para describir y no me achico al decir que debería dedicarme a esto, con la disciplina aplicada claro está.

Bueno, a ver yo que creía firmemente en las revelaciones etílicas y en las creaciones de ese mundo desconocido, de pronto me llega un sonido flamenco, un aroma a eucaliptus, ese que sentíamos cuando mamá nos frotaba la espalda en una noche de gripe.

Yo que no creia en Nada, yo que veía en la chatura terráquea: heme aqui escribiendo con las tripas en la mitad de la garganta, heme aqui en mi cama haciendo lo que hago, escribiendo por el mero hecho de hacerlo.

Más temprano pensaba en escribir algo por mi inminente cumpleaños, se me ocurría algo asi:

Donde han caído, aquellos veinticinco que no tengo, acaso en el embudo del infinito. Donde he de volver a verlos, allá en la horizontalidad del ocaso, cuando note el peso en mis pies.
A que remota región del globo se han ido pues mis aventuras pueriles, mis islas desiertas donde habitaban todo tipo de animales y donde habían lianas... Donde...

Bueno iba algo asi, creo que debi anotarlo antes que se me escapara, que queda de uno y ay ay, ¿es qué todo se resume en un pastel de bodas?¿Una primer palabra?¿La exhalación de la vida?¿La aceptación final de lo que no es?



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