lunes, 16 de marzo de 2009

Sabina se metió en mi vinoteca

Cuando las diez se volvieron las once me siento nuevamente en la crudeza de noche junto a Sabina y un vaso de Merlot... y escribo....

Recuerdo las crónicas de mis vidas que se han esfumado lentamente como el rocío al ser tocadas por el sol de la mañana, mientras suena de fondo "Donde habita el olvido", subo el volumen de la bebida y pienso en la indiferencia incorporada cuya proteccion me susurra las mejores prosas jamás leídas.

No es demencia de lunes, es carencia de astucia, nada más... ah sí Sabina cierto, es cierto, que me demuestra nuevamente que vale la pena estar asi entre dos vidas y mil dudas, ¿qué es esto que me sucede y quiero contar en tercera persona del plural? Poca cosa se me adueña de los huesos aunque suficiente como para dejarme escribir en estas irracionales entradas.

"Tampoco te quiero" esta frase nació en la boca de un sueño y se me pegó a la garganta como una obligación que tengo que tener presente, no recuerdo más solo agua que me ahogaba y suciedad de barro...

Lo que me rebota en el pecho es lo que se me da por abrazar a veces, ahora "Una canción para la Magdalena" nace de entre el ruido de mi ventilador y mi cabeza.... Que sucederá cuando ya no suceda nada y sea todo esta línea horizontal y larga y estrecha o donde irán a parar las longitudes de los horizontes donde las rutinas nadie nacen y mueren, donde las maquinas de vivir se levantan y acuestan... se acuestan sin acostarse, dejándo las lencerías huérfanas de caricias.

¡Que cúmulo Dios!, hay que dejarse llevar nomás detrás de las notas musicales y las necesidades hay dejarse llevar por lo que no importa, que tiene si me gusta el engaño y que te importa a vos si vivo la historia sin fin y Falkor me lleva en sus espaldas, que te importa si se parecía mi perro que tanto amaba, que te importa despues de todo, prefiero vivir con Falkor antes de vivir en este algo que todos, tooodos dan por real, ja! y me rio de tu cara de idiota, y me rio de tu racionalidad que no tiene razón.

Y si Sabina nunca supo llegar a fin de mes, ¿cómo yo he de saber como llegar a mitad de vida?






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